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En 2022, en el marco de la 9ª edición de la Semana de América Latina y el Caribe, la asociación LATFRAN ofrece una exposición fotográfica para redescubrir el continente latinoamericano a través de su flora. Se trata también de volver al preocupante tema de la deforestación que crece y agrava los efectos del cambio climático que están afectando a nuestro planeta.
Por un lado, existen muchos vínculos entre los dos continentes en cuanto a la alimentación. Según estadísticas de la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación) en 2011-2014, los cultivos originarios de América se encuentran entre los más producidos en la agricultura mundial. De hecho, el primer cereal del mundo es el maíz. El cuarto lugar lo ocupa la papa (379 Mt), el quinto la yuca (250 Mt), el octavo el tomate (145 Mt) y el noveno el boniato (135 Mt). La alimentación mundial también le debe al Nuevo Mundo cacahuetes, girasoles, calabacines, calabazas, habas, pimientos, pimientos, piña, papaya, aguacate, algodón, caucho, agave, cacao, vainilla o incluso tabaco (J.P. Métailié, “Cultivated plants: the pre -Contribución colombina a la agricultura mundial”, En: Las Américas. Volumen I- De lo precolombino a 1830. Bajo la dirección de Michel Bertrand, Jean -Michel Blanquet, Antoine Coppolani e Isabelle Vagnoux. Laffont. 2016. pp.751-755 ). Además, desde 1492 se han introducido en América Latina más de 150 plantas cultivadas: ajo, almendra, espárrago, bambú, plátano, remolacha, café, caña de azúcar, zanahoria, eucalipto, higo, lúpulo, ñame, jazmín, kiwi, lirio , mango, nuez, naranja, melocotón, rábano, soja, tamarindo o incluso vid (A. Huetz de Lemps, “Principales plantas cultivadas introducidas en América Latina desde 1492”, Les Cahiers d’Outre-Mer, 2000, núm. 209- 210, pág. 129).
Por otro lado, la deforestación en América Latina está alcanzando niveles preocupantes con consecuencias negativas a nivel mundial. Los bosques cubren casi el 22 % de la tierra, o alrededor del 27 % de las áreas boscosas del mundo, y su función natural es capturar las emisiones de dióxido de carbono y liberar oxígeno a la atmósfera. Sin embargo, la deforestación en la Amazonía y América Central contribuye al calentamiento global porque reduce las precipitaciones, provoca pérdidas por escorrentía y reduce el suministro de agua en ciertas regiones: aumenta el riesgo de sequía y, por lo tanto, de una caída en el rendimiento de los cultivos agrícolas y ganaderos. Hace dos años ya habíamos señalado, por ejemplo, que en 2017 Bolivia estaba perdiendo en promedio cerca de 200.000 hectáreas de bosque por año. Para WWF, 43 millones de hectáreas de bosque fueron destruidas entre 2004 y 2017 en todo el mundo: más precisamente, solo para Brasil, 11.088 km2 de bosque desaparecieron en 2019, es decir, el equivalente a 1.552.941 parcelas de fútbol. La concientización y las medidas de protección no pueden esperar.
Del 1 al 30 de junio, aprovecha nuestra exposición fotográfica virtual en las redes sociales: todos los días, una foto para descubrir en una planta o un árbol.